lunes, 28 de julio de 2008

No material


Hace unos días, o quizás unas semanas, me encontraba yo tomando una cerveza con un amigo y hablando sobre nuestros trabajos. “Estoy vago”, me dijo él. Y yo también lo estaba. “¿Por qué el arte ha de ser siempre materializado?” comenté yo. “Eso, ¿por qué? Contestó mi amigo.
Pues resulta que en un libro de Murakami, que casualmente fue el traductor al japonés de las obras completas de Raymond Carver, me encontré esto:

“-No lo sé-dice Ôshima-. Nadie puede predecir adónde se dirigirá el talento. A veces desaparece sin más. Otras, al igual que una corriente subterránea, se hunde en las profundidades de la tierra y fluye, tal cual, hacia otra parte.
-Quizá la señora Saeki haya encauzado su talento hacia otra cosa diferente de la música-digo.
-¿Otra cosa?-dice Ôshima intrigado frunciendo el entrecejo-. ¿Cómo qué?
No se me ocurre nada.
-Pues no lo sé. Sólo me ha dado esa impresión. No sé, en algo…, algo que no tiene forma.
-¿Algo que no tiene forma?
-O sea, algo que no se puede ver, una búsqueda personal. Tal vez se le podría llamar una labor interna.”

domingo, 20 de julio de 2008

Raymond y la realidad.

Un viejo amigo mío decía siempre a propósito de su trabajo: “la fotografía es una mentira”. Y estoy de acuerdo con esta afirmación.
Me hace mucha gracia cuando algún fotógrafo se pone a hablar (sin ningún tipo de pudor) sobre la realidad. Pues hay que ser osado para asegurar que uno mismo, armado con ese aparatucho llamado cámara, es capaz de captar la realidad. No creo, es más, afirmo, que esa sea una cualidad del invento en cuestión. No veo ninguna relación entre una cámara fotográfica y la máquina de la verdad.
Hoy mientras releía algunos relatos de Raymond Carver, reencontré este texto en uno de mis favoritos; caballos en la niebla. Dice lo siguiente:

“Me gustaría poder decir que fue entonces, en el instante en que de pie en medio de la niebla la vi alejarse en el camión, cuando recordé una fotografía en blanco y negro en la que se veía a mi mujer con su ramo de novia. Tenía dieciocho años. “No es más que una niña”, me había gritado su madre un mes antes de la boda. Se había casado conmigo unos minutos antes de que se hubiera tomado aquella fotografía. Está sonriendo. Está a punto de echarse a reír, o acababa de hacerlo hace unos instantes. Tiene la boca abierta mientras mira hacia la cámara con gesto de felicidad estupefacta. Está embarazada de tres meses (la cámara no lo registra, como es lógico). Pero si lo está, ¿qué importa?”

Creo que no tengo nada más que decir, o sí… que mi viejo amigo ya no se dedica a la fotografía sino que talla madera y construye muebles rústicos.

lunes, 14 de julio de 2008

El primero


Este es el primero. El auténtico renociclo. Una ilustración tamaño A4.